En el ITYC sabemos que los adolescentes pasan por una etapa complicada, por eso, nos toca ofrecerles herramientas que les permitan tomar mejores decisiones para su presente y futuro.
Por esta razón, el tema que hoy nos preocupa es la relación que tienen con las redes sociales y de aquí nace la pregunta: ¿Qué es lo primero que haces al abrir los ojos? ¿Consultar tu teléfono? ¿Entrar a tu perfil de Facebook?
Es posible que seas adicto a las redes y este sólo es un síntoma. La inmediatez y los comentarios positivos se vuelven como oxigeno para tus pulmones. Llega la frustración si no consigues notoriedad en tus redes, si exploras con avidez las publicaciones de tus “amigos” en busca de sus nuevos acontecimientos y te sobreviene el pensamiento de que su vida es mejor que la tuya; si estás con mucha gente y no te impide estar actualizando tus perfiles constantemente, si contestas que sí, hay adicción psicológica.
Las redes sociales han llegado a influir tanto nuestras vidas, que han cambiado la forma de relacionarnos, incluso, en nuestro comportamiento. Las redes constituyen una nueva forma de interacción, una nueva puerta que genera distintas posibilidades en el ámbito de las relaciones personales y profesionales. Las causas de la popularidad de las redes sociales se deben a muchos factores.
Lo que es innegable es que al día de hoy representan uno de los pilares de la comunicación.
Compartir información, difundir tu trabajo, dar a conocer una empresa, vender o comprar productos, contactar amigos o familiares y a veces hacer denuncias, son algunos de los usos que las personas dan a las redes sociales. Estas actividades repercuten en la vida del usuario. Sus motivaciones para tener cuenta en Twitter, Facebook, Snapchat o Instagram son muchas: ser visibles ante los demás, reafirmar la identidad ante el grupo, estar conectados con los amigos o intercambiar fotos, vídeos o música. A su vez, el WhatsApp puede facilitar el enganche, porque es gratuito y a menudo no se desconecta por el hábito que se afianza al mirar la hora, ya que se sabe si una persona tiene avisos e incluso la entradilla de los mensajes; y porque permite controlar a los demás al saber si han leído el mensaje si están en línea o a qué hora ha sido su última conexión, por ejemplo. Las redes sociales han ido mucho más allá de una computadora, pueden seguirnos a todos lados mediante una tableta o los smartphones, e invadir periódicamente nuestras vidas a través de vibraciones y sonidos. En psicología, esto puede entenderse como un proceso de aprendizaje que lleva a un sólo resultado: pensar todo el tiempo en las redes sociales, ya que éstas nos recuerdan constantemente que estamos ahí.
En el caso de los adolescentes, su tendencia a la impulsividad y su necesidad de tener una influencia social amplia y expansiva, los hacen caer rápidamente en esta clase de tendencias.
Facebook, por ejemplo, ofrece, además, el valor añadido de reunir todos los tipos de interacciones sociales en un sólo lugar: publicación de fotografías y selfies. Es muy frecuente que los usuarios publiquen fotos tomadas en épocas en que eran más jóvenes, muy bien producidas o retocadas.
También están los que ponen fotos de otras personas lindas y jóvenes. Quien tenga baja autoestima puede dar rienda suelta a sus deseos y fantasías mucho más fácil a través de las redes, ya que no hay que poner la cara propia para afrontar las mentiras y resulta mucho más fácil que hacerlo personalmente, compartir enlaces y contenidos multimedia como las canciones o los vídeos de humor con los que uno se siente identificado, publicación de la existencia o no de una relación sentimental, etcétera.
Pero el mal uso de las redes y su adicción a ellos son dos cosas diferentes. El término “adicción” a las redes sociales ha sido muy controvertido: ya que por el momento no figura en las clasificaciones psiquiátricas. Pero, más allá del mal uso de la palabra, se puede hablar de adicción cuando la utilización de algo supone una pérdida de control, una absorción a nivel mental y una alteración grave en el funcionamiento diario de la persona afectada. “El adicto disfruta de los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias negativas a largo plazo”, así lo mencionó Miss Noemí Vázquez en el artículo que se publicó en la Revista Rompan Filas N. 156 que lleva el mismo título de esta nota. Para mas información, pueden consultarlo en el siguiente link: https://ityc.mx/wp-content/uploads/2020/04/156-RompaN%E2%80%A2v8_Rodada_Final_NET.pdf