En la revista Rompas Filas, se publican artículos de gran interés para la población. En el último número, el profesor Óscar Alfonso Quijano habla sobre la educación en México, aquí la información.
Antes de abordar, aunque sea someramente, la educación en México desde la perspectiva histórica, es necesario al menos formular dos advertencias. La primera es aclarar que cuando hablamos de educación nos referimos en gran medida al esfuerzo por transformar o conservar un status quo, un estado de las cosas. Desde esta perspectiva la educación siempre tiene una dimensión política. Maestros, padres, alumnos, directores y demás personas involucradas transmiten y reconstruyen valores, conocimientos y visiones de vida que terminan plasmadas en el mundo tangible más allá del mundo de las ideas; operan en el mundo político y social.
En segundo lugar, la Historia siempre tiene rincones ocultos y cuando hablamos de la Historia de la Educación en México siempre hacemos generalizaciones un poco arbitrarias. Por ejemplo, al hablar del México prehispánico, casi siempre se habla y se generalizan los procesos que tuvieron lugar en la gran México-Tenochtitlán, pero ni los mexicas eran los únicos habitantes del México precolombino, ni todos los pueblos de Mesoamérica alcanzaron tal complejidad social, ni ese desarrollo educativo.
Hechas estas aclaraciones, hacemos una más: este texto no pretende ser exhaustivo.
De este modo nos guiarán tres momentos genealógicos de la Historia que nos servirán para pensar en el papel de la educación y los involucrados en el proceso: el periodo de la gran transformación educativa que tuvo lugar en los primeros años posteriores a la caída de México-Tenochtitlán, la reforma lancasteriana, durante las primeras décadas del México independiente, y finalmente una etapa previa a la gran transformación que la Revolución causó, la época porfirista.
Los momentos históricos del recorrido hecho en este texto son identificados, de manera general, con etapas difíciles de la historia nacional, y en verdad lo fueron. La destrucción de la Conquista, el duro alumbramiento de un Estado sin recursos y una dictadura no son épocas sencillas. A pesar de eso siempre hubo personas que se involucraron y que no se quedaron expectantes. Los años posteriores a la Conquista y los esfuerzos por enseñar no sólo trasladando pedagogías, sino innovando y desarrollando auxiliares inesperados como la pintura, las pastorelas, los cantos y la danza o el ir en contra de los prejuicios de la época, representan valiosos aprendizajes de nuestro primer momento genealógico, los años posteriores a la conquista. La ayuda mutua, el intento de educación masiva de los niños y la disciplina lancasteriana son aparte del segundo momento durante el México independiente. Y, por último, el proyecto de educación nacional apoyado en pedagogías innovadoras de la época porfirista son lecciones para todos los involucrados hoy día en este elemento transformador llamado educación.