Aprendizajes del 2020 ¿Qué nos dejó este año?
Es realmente fascinante pensar que si formulamos la pregunta, “¿qué te dejó este año?”, cada persona puede nombrar al menos un aprendizaje o alguna reflexión al respecto.
Por esta razón, en el texto que a continuación van a leer, existen una serie de pensamientos que se asomaron durante estos doce meses. El conjunto de estos nace de todas aquellas experiencias que cientos de personas vivieron, no es una ideología, sólo son emociones que se quedan plasmadas en una hoja en blanco.
Para ser exactos, estas palabras son la unión de frases hechas, de sentimientos ajenos y propios y es que este 2020 fue esa persona que llega sin avisar, haciendo un escándalo, tirando todo, cambiando cada cosa de su lugar.
En los primeros meses, nos dimos cuenta que los modales no eran lo tuyo, te abriste paso como los huracanes entre la tierra, sacudiste al mundo por completo.
Dejaste huecos, vacíos imposibles de borrar, dolor, sufrimiento.
Durante el transcurso de tus días, gente cayó, se desvaneció en el intento por vivir, aunque a algunas otras, les diste paz y sosiego. ¿Cómo se siente ser pájaro y jaula a la vez? Fuiste enfermedad y medicina.
Tomaste al tiempo de rehén, dibujaste fronteras donde antes había puntos de encuentro. Incendiaste al mundo y nos obligaste a buscar nuevas formas de reír, de vernos, de tocarnos, de ser nosotros a través de una pantalla.
Nos obligaste a mirarnos en el espejo, a ser reflejo del otro y observar a través del prójimo. Te metiste por cada rendija, por cada recoveco, saltaste, nos dejaste desnudos, vulnerables.
En tus primeros meses, la humanidad comenzaba con el cambio. Aprendimos que los pequeños detalles, hacen la diferencia; la luz que entra por la ventana es más cálida y apetecible cuando sabes que después de un tiempo desaparecerá, y habrá que esperar 24 horas para volver a sentir.
2020, nos enseñaste que el camino hacia uno mismo está lleno de baches, de montañas, de ríos. Dejaste que floreciera lo mejor y peor de cada ser humano, pero al mismo tiempo, nos diste la oportunidad de conciliar con nuestros demonios y aprender a tener paciencia, todos estamos cambiando.
También nos empujaste a mirar la vida con lupa y exprimir cada segundo. Demostrar amor no fue sencillo, porque cuando estamos cerca, lo hacemos de forma automática, pero escuchar es la clave.
Hallamos nuevas formas de estar en paz, de calmar los pensamientos. Algunos encontraron o reencontraron un mundo espiritual, pero no precisamente religioso, sino aquel espacio en donde el silencio y la serenidad eran la única compañía.
A ti, año 2020 te agradecemos cada día, cada segundo. Fuiste un ir y venir, dar y quitar, presencia y ausencia. Pero te quiero porque aprendí a respirar aún con todo esto.
Y aunque faltan algunos días para que te vayas, déjame decirte que te abrazo y te dejo ir, sin adjetivos, sin verbos, sin reproches.
Gracias. Adiós.
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